Octava del Carmen este domingo 25 de julio

La Octava del Carmen de este domingo vuelve a unir Los Realejos y Puerto de la Cruz en su centenaria devoción

 

La tradición que data de 1750 sólo dejó de celebrarse en 1812 por una epidemia y en 2020 y este 2021 sin procesión y con misa retransmitida a las 19:00 horas

 

El municipio de Los Realejos vivirá este domingo 25 de julio uno de sus días grandes del año, la llamada Octava del Carmen, cita en la que desde 1750 la localidad anfitriona “presta” a su venerada imagen mariana a los marinos del vecino Puerto de la Cruz y a la que sólo se faltó en el año 1812 a consecuencia de una epidemia que afectó a la comarca norte de Tenerife. Este año, tal y como el pasado, a causa de la pandemia por Covid-19, no se hará la procesión, aunque sí la conmemoración religiosa en el Santuario a las 19:00 horas cantada por el grupo realejero Tigaray, con aforo limitado, y con emisión en directo por redes sociales de la Concejalía de Fiestas y Ayuntamiento de Los Realejos, así como del Santuario del Carmen, y por las televisiones locales Mírame TV y Ahora TV.

 

“Pocas tradiciones de nuestro archipiélago cuentan con el componente diferenciador que supone que los marinos de Puerto de la Cruz se les conceda el privilegio de protagonizar una cita festiva en Los Realejos, o sea, vecinos de un pueblo en una localidad distinta a la suya, este año repitiendo lamentablemente la excepcionalidad de no poder cargarla, pero siempre admirados por el fervor que despierta en ellos este tesoro y símbolo de fe, talla escultórica de la escuela genovesa de Antón María Maragliano que es además desde 1985 la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Los Realejos”, valora el concejal de Fiestas, José David Cabrera. En este sentido, la cita religiosa tendrá un momento para la ofrenda participada por los Marinos Cargadores de Puerto de la Cruz.

 

Insiste el alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, en que “es una suerte ser realejero, ser vecino de este Norte de la isla, y vivir cada año el inusual hito histórico de que un municipio de brazos abiertos como el nuestro preste a su venerada imagen a los vecinos de otra localidad y cumplir así con este pacto no escrito de 271 años de tradición, en este 2021 de nuevo con esta extraordinaria excepción, tal y como ocurrió en 2020, o tal y como sucedió con una epidemia en 1812, pero con todas las esperanzas puestas en volver a poder portarla a hombros en años venideros”.

 

Anecdotario de una tradición de dos pueblos

 

Según el investigador portuense José Javier Hernández, “cuando se acerca la celebración de la Octava de Nuestra Señora del Carmen, siempre a continuación de las fiestas patronales del Puerto de la Cruz, estas personas, de oficios diferentes pero relacionados todos ellos con la mar o la comercialización de sus productos, se pasa aviso en sus lugares habituales de reunión o de trabajo para quedar, de esta forma, citados en Los Realejos la tarde en que tiene lugar la procesión de los marinos. Algunos asisten antes a la ceremonia religiosa del Día de la Virgen”.

 

Llegada ya la fecha principal, los portuenses, que llaman cariñosamente, a esta imagen como “la Virgen de secano” entonan ante la patrona poco antes de organizarse la procesión la Salve Marinera, al mismo tiempo que contemplan, devotos, el rostro espléndido de la escultura dirigiendo repetidamente hacia ella  sus brazos como muestra del cariño y respeto que les merece.

 

Existe, aún hoy, la creencia de que los realejeros colocan bajo las andas piezas de metal que aumentan el peso, para que el movimiento con la imagen no sea tan brusco. Haya cierto o no en el pasado, es éste el motivo por el cual uno de los del Puerto examina, de forma discreta, el interior de la mesa del trono, bajo las cuelgas de damasco.

 

Junto a los cargadores, sus familiares más cercanos acompañan a la imagen por las calles de San Agustín. En torno a todos ellos surge una sucesión de muestras de afecto, gritos y vivas de exaltación a la Virgen. Dentro de esa atmósfera, mezcla de devoción y alegría, no ha de faltar la petición piadosa dicha con peculiar estilo, en parte serio y en parte humorístico, que es característico en el hombre isleño.

 

Es evidente que en la Octava, los marinos portuenses quieren, de alguna manera, sentir y hacer sentir a los demás que la imagen realejera del Carmen, al menos ese día, es más suya. Los habitantes de Los Realejos han aceptado siempre, con mayor o menor grado de aprobación, estas muestras de fervor que son el ofrecimiento de los hijos del Puerto a su Madre. Al fin y al cabo, tras los fuegos, ella habrá de volver, inequívocamente, a su casa en el Santuario que lleva su nombre en el núcleo realejero de San Agustín.

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