Domingo de Octava del Carmen y procesión de los marinos
Los marinos del vecino Puerto de la Cruz acudirán este domingo a su cita anual con la Virgen del Carmen realejera
Desde 1750 y fallando únicamente en una ocasión por una epidemia, tienen el privilegio de cargar la imagen de la escuela genovesa en esta peculiar procesión
Las calles del núcleo realejero de San Agustín volverán a ser un hervidero de gentes venidas de todos los rincones de la isla para presenciar este domingo 23 de julio una de las procesiones más peculiares de cuantas se celebran en nuestro archipiélago, la de la Octava del Carmen, en la que una vez al año los marinos del vecino Puerto de la Cruz llevan en sus brazos a esta bella imagen de la escuela genovesa de Antón María Maragliano desde que recibieron este privilegio en 1750, fallando únicamente en 1812 a causa de una fiebre amarilla que afectó a la población de la isla de Tenerife.
Tras la celebración eucarística de este domingo 23 de julio prevista para las 19:00 horas en el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, que estará cantada por el grupo Tigaray, la procesión con la imagen de la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Los Realejos y también considerada patrona de las personas de la mar y del Valle de la Orotava, recorrerá las calles de San Agustín, La Alhóndiga, La Virgen, García Estrada, El Mar y El Carmen, y lo hará como es tradición entre los cánticos de los marineros y los miles de fieles que la acompañarán en todo momento, así como la exhibición pirotécnica a cargo de los Hermanos Toste.
Según el alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, “es una suerte ser realejero, ser vecino de este Norte de la isla, y vivir cada año el inusual hecho de que un municipio de brazos abiertos como el nuestro presta a su venerada imagen a los vecinos de otra localidad para que la carguen en procesión, cumplir con este pacto no escrito de más de 250 años de tradición por el que nos hemos puesto manos a la obra entre las áreas municipales de Fiestas y Turismo, la parroquia y los colectivos vinculados a estas celebraciones para incoar el expediente de declaración de Fiesta de Interés Turístico de Canarias”.
“No sólo la intacta belleza artística de la talla de Nuestra Señora del Carmen y la larga devoción que ha extendido más allá del municipio, sino ser desde 1985 la Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Los Realejos y el hecho de que en el día grande de su festividad, en la llamada Octava del Carmen, sea portada a hombros por los marineros y pescadores llegados del vecino Puerto de la Cruz al núcleo realejero de San Agustín, confieren a esta celebración el carácter de hito histórico y religioso y una particularidad sin parangón en Canarias”, expone Manuel Domínguez.
Indica la concejala de Fiestas de Los Realejos, Isabel Socorro, que “esta indiscutible hermandad entre nuestro municipio y el de Puerto de la Cruz con Nuestra Señora del Carmen como lazo tiene aún la deuda pendiente de esa ansiada procesión en la que la imagen sí pueda llegar de manera temporal hasta la localidad vecina que tanto la admira, un hecho que a día de hoy está más cerca y que ya el pregonero de nuestras fiestas de este año, justamente el alcalde de la ciudad turística, Lope Afonso, anunció como un acontecimiento con las gestiones entre ayuntamientos y comunidades parroquiales bastante avanzadas para que se haga al fin realidad”.
Anecdotario de una tradición de dos pueblos
Según el investigador portuense José Javier Hernández, “cuando se acerca la celebración de la Octava de Nuestra Señora del Carmen, siempre a continuación de las fiestas patronales del Puerto de la Cruz, estas personas, de oficios diferentes pero relacionados todos ellos con la mar o la comercialización de sus productos, se pasa aviso en sus lugares habituales de reunión o de trabajo para quedar, de esta forma, citados en Los Realejos la tarde en que tiene lugar la procesión de los marinos. Algunos asisten antes a la ceremonia religiosa del Día de la Virgen”.
Llegada ya la fecha principal, los portuenses, que llaman cariñosamente, a esta imagen como “la Virgen de secano” entonan ante la patrona poco antes de organizarse la procesión la Salve Marinera, al mismo tiempo que contemplan, devotos, el rostro espléndido de la escultura dirigiendo repetidamente hacia ella sus brazos como muestra del cariño y respeto que les merece.
Existe, aún hoy, la creencia de que los realejeros colocan bajo las andas piezas de metal que aumentan el peso, para que el movimiento con la imagen no sea tan brusco. Haya cierto o no en el pasado, es éste el motivo por el cual uno de los del Puerto examina, de forma discreta, el interior de la mesa del trono, bajo las cuelgas de damasco.
Junto a los cargadores, sus familiares más cercanos acompañan a la imagen por las calles de San Agustín. En torno a todos ellos surge una sucesión de muestras de afecto, gritos y vivas de exaltación a la Virgen. Dentro de esa atmósfera, mezcla de devoción y alegría, no ha de faltar la petición piadosa dicha con peculiar estilo, en parte serio y en parte humorístico, que es característico en el hombre isleño.
Es evidente que en la Octava, los marinos portuenses quieren, de alguna manera, sentir y hacer sentir a los demás que la imagen realejera del Carmen, al menos ese día, es más suya. Los habitantes de Los Realejos han aceptado siempre, con mayor o menor grado de aprobación, estas muestras de fervor que son el ofrecimiento de los hijos del Puerto a su Madre. Al fin y al cabo, tras los fuegos, ella habrá de volver, inequívocamente, a su casa en el Santuario que lleva su nombre en el núcleo realejero de San Agustín.